
Hoy, un poco de historia. Lothar Neukirchner fue el último gran campeón de la República Democrática Alemana (RDA), y, durante seis intensos meses en 1994, un improbable piloto del mundial de 500 cc.
Su historia, poco o casi nada conocida fuera del entorno más nostálgico del motociclismo alemán, es una mezcla de valentía, ingenuidad, mala suerte y un punto de locura. Una auténtica misión suicida en tiempos donde correr en el Mundial sin respaldo oficial era poco menos que una condena, recuerda Speedweek.
Sin dinero, y sin frenos para competir en 500 cc
Neukirchner fue campeón nacional de la RDA entre 1987 y 1989, en una época donde el telón de acero todavía separaba dos mundos. Con la reunificación, las oportunidades para los pilotos del Este no fueron precisamente doradas: poco dinero, motos viejas y circuitos naturales que no se parecían en nada a los grandes escenarios del motociclismo internacional.
Pese a todo, en 1994, con 35 años, Lothar dio el salto al campeonato del mundo en la categoría reina. Ojo, con 35. A esta edad ya se retiran la mayoría actualmente. Lo hizo con una Harris-Yamaha privada, sin experiencia previa en ese nivel y acompañado por un equipo hecho a base de entusiasmo más que de medios. El proyecto, bautizado como Sachsen Racing Team, era liderado por un excorredor y empresario, y financiado gracias al apoyo de varias pequeñas empresas.
Desde el principio, todo fue cuesta arriba. En las pruebas en Mugello, Neukirchner se enfrentó por primera vez a la brutal potencia de un motor V4 de 500 cc. Para alguien acostumbrado a los dos tiempos de 250 cc, el salto era abismal. Los frenos de carbono, por ejemplo, eran tan exigentes que tuvo que volver a los tradicionales discos de acero para sentirse mínimamente cómodo. Mínimamente.
Los problemas técnicos fueron una constante. En Eastern Creek sufrió un grave accidente por culpa de una avería en la caja de cambios que destrozó la moto. En Mugello, semanas después, otro fallo mecánico lo volvió a dejar fuera de juego. La falta de recambios y la presión por ahorrar costes en un campeonato donde todo es milimétrico acabaron volviéndose peligrosos. 'Loth' llegó a plantearse no correr más ante el riesgo de salir herido de verdad.
En total, disputó ocho Grandes Premios. Solo se clasificó para cuatro, y su mejor resultado fue un modesto 19º puesto en Hockenheim. En Brno, su cita de casa, acabó recibiendo una factura impagada de 80.000 dólares por parte de la organización. Para entonces, el sueño ya hacía aguas. El punto final llegó en Mugello, cuando fue despedido del equipo en plena jornada de entrenamientos.
Aun así, Neukirchner consiguió cerrar el año con una última aventura en el Gran Premio de Macao y una exótica carrera en India con una 250 cc prestada. Poco después colgó el mono y fundó su propio equipo para competir en el campeonato alemán, centrando sus esfuerzos en apoyar la carrera de su hijo Max.
Lo de Lothar no fue una historia de éxito deportivo, pero sí un ejemplo de lo que implica lanzarse al máximo nivel con más corazón que recursos. En una época donde los pilotos privados apenas tenían opciones frente a las todopoderosas fábricas, él intentó colarse en la elite con una moto alquilada y una fuerza de voluntad casi temeraria. Fue, sin duda, una misión suicida. Pero también de amor por las motos. De pasión. Aquí tenéis un vídeo de él en Facebook, arrancando su vieja 500 cc 2T.
Imágenes | Archivo Hilmar Bruch Thorsten Horn